
La diversidad impulsa el crecimiento económico empresarial
A pesar de los esfuerzos por la equidad, las mujeres ocupan menos del 35% de los cargos de liderazgo en América Latina, según Aequales.

La participación femenina en altos cargos directivos en América Latina sigue siendo considerablemente baja. Aunque en la última década se han registrado avances hacia la equidad, los datos siguen reflejando una brecha persistente: menos del 35% de los puestos de liderazgo están en manos de mujeres, de acuerdo con el Ranking PAR 2022, elaborado por la consultora Aequales, especializada en diversidad de género en el ámbito corporativo.
Esta desigualdad no solo representa una cuestión ética o de justicia social, sino que también implica una pérdida significativa de talento para las industrias. Investigaciones de McKinsey & Company indican que las organizaciones con mayor diversidad de género en sus cúpulas ejecutivas tienen un 21% más de posibilidades de superar el promedio de rentabilidad en sus sectores, lo que demuestra que la inclusión también es estratégica.
Mía Perdomo, CEO y cofundadora de Aequales, atribuye el problema a normas sociales y culturales que siguen restringiendo el ascenso femenino. “Las mujeres no nacen con menor autoestima o capacidad de liderazgo. Es la socialización la que les hace creer que su lugar no está en la toma de decisiones”, advierte. Estas barreras invisibles, sumadas a la falta de políticas efectivas, dificultan el acceso a posiciones de poder.
El Ranking PAR se ha posicionado como una herramienta clave para evaluar y guiar a las empresas en sus políticas de género. Este instrumento mide desde procesos internos hasta la cultura organizacional, proporcionando un marco claro para la mejora. No obstante, Perdomo advierte que muchas compañías han alcanzado un umbral de participación femenina y han dejado de avanzar, lo que refleja una preocupante conformidad.
Además del compromiso formal, se requiere una transformación cultural profunda. Capacitar a los líderes para reconocer y desafiar sus propios sesgos resulta esencial. “No basta con entrenar a las mujeres para que negocien mejor o aspiren a más. Si el sistema no cambia, esos esfuerzos son insuficientes”, señala Perdomo. En paralelo, el BID estima que cerrar la brecha de género en el trabajo podría aumentar el PIB regional en un 14% hacia 2025, un dato que refuerza la urgencia de actuar.
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